viernes, 15 de febrero de 2008

Sobre el Amor y el Enamoramiento

El día de los enamorados fue ayer y me hubiese gustado postear algo digno de tal celebración: alguna oda al amor, una reseña sobre las cosas absurdas que somos capaces de hacer infatuados por el enamoramiento o testimoniar sobre el amor maduro, sosegado y sólido que siento por mi pareja… 
 Hice un par de intentos pero la verdad es que no estaba de ánimo, y es que para decir algo que valga la pena sobre el estar enamorado hay que estar padeciendo dicha enfermedad o recordar vívidamente esos momentos. Quizá pocos estén de acuerdo conmigo, pero creo que ‘estar enamorado’ y ‘amar’ son cosas distintas, en el ‘enamoramiento’ no hay amor, hay atracción; hay fascinación; hay el deseo de aprehender, de tomar para sí al otro que se percibe como una entidad separada, autónoma e independiente; hay necesidad de conquista y rendición. El enamorado idealiza, endiosa, magnifica. 
El enamorado anhela, demanda, ofrece y sacrifica; espera con impaciencia y desespero. La banda sonora del enamoramiento son la pasión, el arrebato, la irreflexión y la osadía. El corazón del enamorado es de una sustancia inestable, volátil e inflamable… En el ‘amar’ hay conocimiento, hay aceptación; en el amar somos uno solo y por ello la ausencia del otro se percibe como una añoranza física que se acerca al dolor: algo nos falta en el cuerpo y la sensación no es solo emocional sino también cenestésica. 
El que ama vela por dos, piensa en dos que son uno solo. El amante humaniza, atesora y protege. Quien ama no entrega, pide ni sacrifica, pues comprende que todo acto de amor se perfecciona y rinde frutos en sí mismo. La melodía del amor es una tibia tranquilidad que reconforta y alimenta. El corazón de quien ama es una roca sólida que mira el futuro en clave de dos. 
Enamorarse y amar son dos experiencias maravillosas, la primera es breve pero intensa y, si se hace lo correcto y la suerte acompaña, da paso sin mucho alboroto a la segunda, más reposada pero de una profundidad y fortaleza absolutas. Hay quienes se tornan adictos al enamoramiento y van de turbulencia en turbulencia disfrutando de esas emociones chispeantes y líricas… Afortunadamente, esa rica efervescencia puede ser recreada por otras cosas: un poema, un recuerdo, una canción, la escena de una película. 
 Visitando a los amigos, conseguí un post hermoso de Gustavo que habla sobre el amor, no ya el amor de pareja, sino del amor en general, y en esa entrada publicó la secuencia final de una película maravillosa: ‘Cinema Paradiso’, un filme de esos capaces de dejarnos, inermes y anhelantes, en las tierras del enamoramiento. Para mayor mal, yo vi esa película en pleno inicio, pasional y tormentoso, de mi relación. Soy de lágrima fácil, pero está película conmueve hasta a las rocas, así que de ella salí privado, jipenado y haciendo pucheros. 
 Tanto me marcó esta película que ver esa secuencia nuevamente en el post de Gustavo me volvió a enternecer y me hizo recordarnos, a mí y a mi pareja, hace casi dieciocho años, jóvenes, inexpertos, hermosos y enamorados… Ayer en la mañana él me despertó con un abrazo y me dijo al oído: Feliz día amor. No hubo regalos, cena ni otros aspavientos, solo la certeza de que nos amamos y eso es algo que no parece remitir… 
 ¡Feliz día del amor y la amistad para todos ustedes!